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Lo que abre el amor, que no lo cierre el miedo.


jueves, 4 de junio de 2009

Noche de librerías...



Los mejores libros son aquellos que quienes los leen creen que también ellos pudieron haberlos escrito.
Blaise Pascal (1623-1662) Científico, filósofo y escritor francés


Estoy de pie frente a uno de los estantes de la librería intentando escoger un libro. No encuentro lo que busco porque no quiero un libro en particular sino uno que me guste, que me atrape, que me hable de mí y entonces caigo en la cuenta de que no sería mala idea escribir yo misma ése libro especial que estoy buscando.
Tengo un vicio desmedido (probablemente tenga más de uno) y son los libros. No sé exactamente cuando empezó mi pasión por ellos, ni quien la indujo a mi vida, pero sí recuerdo quien me enseñó a disfrutar de los paseos por entre las repisas repletas de volúmenes de todos los tamaños, tanto como para que las horas vuelen sin darme cuenta.
En una ocasión salí con mi hermano un sábado por la noche. No era algo que hiciéramos muy a menudo y no recuerdo cómo llegamos hasta allí, pero tengo grabada la imagen de ambos paseando entre ejemplares de segunda mano que rebasaban las estanterías viejas de las librerías de la Avenida Corrientes en Buenos Aires. Una junto a la otra, las tiendas de libros de la avenida están abiertas hasta altas horas de la madrugada. Sumergirte en ellas puede ser, en ocasiones, el mejor plan para un sábado por la noche. Y lo es, sin duda, para quienes amamos los libros.
Lo mejor es cuando entras sin saber lo que vas a llevarte, es en eso casos en los que he descubierto autores que desconocía y que terminaron conquistándome.
Hubo una época en la que me había acostumbrado a autodedicarme cada libro que me compraba, porque consideraba que un libro sin dedicatoria era como una mujer sin pendientes. Entonces escribía algo que tuviera que ver con el motivo de mi elección. Resulta gracioso releer ciertas dedicatorias con el paso del tiempo.
Algunas veces, muy pocas a decir verdad, he escrito al final la sensación que quedó en mi alma al leer la última página.
Cuando uno tiene un vicio, el que sea, es él el que te domina, se apodera de ti y es el que manda. Cuando voy caminando y paso por delante de una librería, son los libros los que me llaman y no puedo resistirme a entrar, casi nunca, excepto cuando voy con alguna de mis amigas que me coge fuerte del brazo y aprieta el paso para no darle tiempo a mi tentación. Pero cuando no lo consiguen, ellos ganan y terminan siendo quienes me eligen a mí y yo me dejo.
Nunca salgo de casa sin llevar un libro en mi bolso, es como salir acompañada y, a veces, lo prefiero como compañero de café antes que a nadie.
Recuerdo una vez que tenía cita con el médico, no sabía si tendría que esperar mucho a que me atendiera, o si entraría enseguida a la consulta. Había salido con tanta prisa de casa que había olvidado meter el libro en mi bolso. Iba hacia el hospital y desvié mi camino para comprar uno para leer mientras estuviera en la sala de espera. Ese día no tuve que esperar ni un segundo para ser atendida, aunque hubiera sido capaz de ponerme a leer mientras abría las piernas para que el ginecólogo me revisara.

1 comentario:

Manolo Merino dijo...

Ahh!,... los libros y las librerias,... si yo te contara:

http://perssona-lovesupreme.blogspot.com/2007/06/lectura-incontinente.html

Salud.

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